Imagen insólita de Igualada sin gente en una de sus calles más céntricas.
El 25 de febrero de 2020 se conocía el primer caso de COVID-19 en Catalunya: una mujer italiana de 36 años residente en Barcelona que entre el 20 y el 22 de febrero había estado en Bérgamo, en la Lombardía, una de las zonas de Italia más afectadas por el virus. Al día siguiente, un joven catalán de 22 años que también había estado en Italia se convertía en el segundo caso confirmado. El gobierno catalán pedía calma y prudencia a la población. Diez días después, la cifra de afectados llegaba a la cincuentena y se producía la primera muerte: una anciana de 87 años con patologías previas.
A partir del 8 de marzo los contagios se disparan. Hay 30 casos en un solo día. Al día siguiente se cierra la primera escuela en Barcelona y tres concejales del ayuntamiento de la capital son confinados. El 11 del marzo el gobierno de Catalunya considera controlada la epidemia, pero activa el plan de alerta: se prohiben los actos con más de 1.000 participantes i se suspenden las actividades deportivas. Se cierran bares y restaurantes, centros comerciales, escuelas y universidades. Los casos confirmados ya superan los 180.
Situación de Igualada en el mapa.
El 12 de marzo se produce la primera acción contundente para frenar la expansión de la epidemia: se confina la ciudad de Igualada, de 60.000 habitantes, después de confirmarse un brote acelerado de COVID-19, con 60 positivos y tres muertos en pocas horas. Los Mossos d’Esquadra, la policía catalana, cierran todos los accesos a la ciudad y sólo dejan pasar al personal sanitario y los camiones de distribución de alimentos y medicamentos. Al día siguiente se producen las primeras aglomeraciones en los grandes supermercados de Catalunya. Inexplicablemente, el papel higiénico es el producto más buscado. Ese día y los posteriores, las estanterías se vacían, pero a la mañana siguiente vuelven a estar llenos. No hay problemas de logística ni de distribución. El gobierno catalán limita los desplazamientos y cierra locales de ocio, estaciones de esquí i gimnasios. El 13 de marzo los contagiados ja son más de 500. El presidente de la Generalitat, Quim Torra, decreta el confinamiento de toda Catalunya. Con los contagios disparados y con una previsión de crecimiento fuerte en los días venideros, la prioridad es intentar que la curva de aumento de contagios no sea muy pronunciada, para evitar así el colapso del sistema sanitario. El confinamiento se presenta como la única manera de aplanar la curva y hacer que los ingresos hospitalarios no se concentren en pocos días. Horas después, el gobierno espanyol decreta el estado de alarma y limita la movilidad de los ciudadanos. La situación en Madrid es mucho más grave: concentra casi el 60% de los contagios de toda Espanya pero las autoridades han perdido días valiosos sin tomar medidas para frenar los contagios. El estado de alarma concentra el poder en manos del gobierno central, pero la Generalitat de Catalunya insiste en la necesidad de profundizar el confinamiento, cerrando puertos, aeropuertos i estaciones de trenes y autobuses, y cesando la actividad laboral por completo. El gobierno de España no comparte la visión catalana y mantiene el confinamiento parcial, que permite que la gente vaya a trabajar. En pocos dias Catalunya se acerca a los 2.000 casos y al medio centenar de muertos. El presidente, el vicepresidente y otras autoridades han dado positivo y han sido también confinados. La actividad se paraliza en todo el país, pero la curva de contagios continua disparada. Los expertos dicen que los efectos del confinamiento no se notaran hasta dentro de varios días, porque los casos que ahora se conocen son contagios anteriores. Seguiremos informando.
0 Comentarios
Deja una respuesta. |
Archivos
Agosto 2020
Categorías |